Lorca retroactivo

Lorca retroactivo

A veces, ante algunos despropósitos, me entra una lacerante certidumbre. La de que el ser humano, cuando no tiene claro su camino, tiende a hacer en el aire una pirueta. No son pocos los hombres y mujeres que se hacen hueco en plazas y jardines, catálogos y listas de premiados, festivales de cine, antologías y otras hogueras de las vanidades a base de crear lo que nadie ha creado. Lo que nadie ha creado por el simple motivo de que era una solemne tontería, y pasa que no todo, no cualquier ocurrencia, adquiere, por el hecho de ser nueva, una profundidad o algún sentido. Y si en el arte, el fruto de esa fiebre es una colección de cachivaches, en otros planos de la vida humana da pavor respirar lo que se cuece.

En España, ya ven que hasta los jueces sucumben sin sonrojo a este picor creativo. Y mientras los agentes del diseño nos reinventan el mundo a su manera – sillones comestibles o pantalones fritos – la posmodernidad invade los juzgados, y encima con efecto retroactivo. El sentido común no necesita del auxilio de alguna asignatura para saber que roza en lo imposible querer juzgar, desde esta democracia, con sus leyes, conceptos y principios, lo que pasó en un tiempo tan remoto, tan abierto en dos frentes, tan distinto. Por la misma razón, cualquier Estado podría juzgar los crímenes de guerra, expolios y demás humillaciones de cualquiera que lo haya derrotado. Nos iba a dar el alba desenterrando cuerpos, o buscando esqueletos sumergidos, pidiendo fes de muerte o nacimiento, certificando mil identidades y jugando a que nunca hubo vencidos.

Yo creo que el juez ya tiene lo que quiere, que es a Lorca y su noble calavera, que es a Lorca y sus anchos titulares, que es a Lorca montado en su caballo, que es a un Lorca sin nudos familiares, que es a Lorca, que no tuvo marido, que es a Lorca recién multiplicado, y su sangre de pato, ya reseca, que es a Lorca y sus manos de amapola, que es a Lorca y sus teclas de adeene, que es a Lorca y su verso enamorado… O eso cree el magistrado: que lo tiene.


Laura Campmany