Si la política fuera
como el fútbol, algo serio,
tendríamos todos que estar
cantando ya el «a por ellos»,
pues un reciente fichaje
de Rodríguez Zapatero
se merienda a Ronaldinho
y se come al Kun Agüero.
La gloriosa adquisición,
el nuevo crack del gobierno
(al que unos llaman Mariano
y otros llamamos Bermejo,
con mucha estima los unos,
quizá los otros con menos)
es, de todos los ministros
que en España son y fueron,
el que brilla con más fuerza,
como quien dice el Lucero.
Como es duro de pelar
y no se corta ni un pelo,
no hay partido en que el chaval
no haga un trabajo completo:
lo mismo corre en las bandas
que despeja de portero,
que intercepta de defensa,
que marca de delantero.
A quien trata de pararlo
lo deja herido en el suelo,
y a quien intenta driblarle,
menos herido que muerto.
Vamos, que el nuevo fichaje
vale por once mastuerzos.
…
Si servirá para todo
nuestro asombroso Bermejo,
que antes de hacerse fiscal
ya oficiaba de rockero
– y hasta puedo imaginarme
con qué destreza y talento -,
y aún ahora que su cargo
no le deja mucho tiempo,
sigue teniendo a las musas
soliviantadas y en celo,
venga a dictarle estrambotes
en los baños del Congreso.
Lo mismo el hombre te monta
un escrutinio modelo
de las listas batasunas
(o las de sus herederos)
para que pueda la ETA
volver así por sus fueros,
y matarnos más a gusto
con nuestro propio dinero,
que te excarcela a De Juana,
que lo devuelve al talego,
que nos absuelve al Otegui,
que facilita su arresto,
o que te deja a los jueces
más sordos, mudos y ciegos,
y con el mazo más mustio,
que los tres monos aquellos.
…
Ya ven que el tipo es un crack,
pero guárdenme el secreto,
que como llegue a enterarse
algún gobierno extranjero,
nos lo ficha de inmediato,
se lo quita a Zapatero,
y nos quedamos nosotros
sin Justicia y sin Bermejo.