Romance del cafelito

Romance del cafelito

Qué grasia tiene este payo
y qué arte tiene, er jodío.
Qué bien templó la muleta
cuando en su propio cortijo,
en su tele y en su casa,
se puso tonto aquer tío
y se atrevió a preguntarle
– lo cuar que tiene delito –
no lo que vale una finca,
o a cuánto está er chalesito,
sino, pa’ hasé la puñeta,
lo que cuesta un cafelito.

Qué coño va a sabé él
del presio d’un manshaíto,
si no ha pisao la calle
desde que está en er mashito.
Aún querrán lo der Pepé,
que son uno señorito,
que un presidente que aspira
a que le den un pitillo
– ¿o no é er Nobel de qu’hablan
una marca sigarrillo? –
y que le roba a lo probe
para dárselo a lo rico
– ¿a que lo he disho al revé
y no va a sé así er disho? –,
se pase er día en la cola
der bar de un autoservisio,
y hasta tenga que llevar
do euro en er borsillo.

Tú sigue así, Sapatero,
que vamo por buen camino,
que a mí me gusta la paz,
la gamba y lo langostino,
la Feria y er carnaval,
la parmaíta y er fino,
que me paguen por haserle
a la parienta ocho hijo,
y que no me den la brasa,
con eso der terrorismo.

A mí é que este Sapatero
me está quitando er sentío,
y si para que yo pueda
seguir dándome er caprisho
de vivir como un pashá,
comerme mi jamonsito,
atrabancarme a pringá
ponerme siego de vino,
y no dar un palo al agua
así cruja el girardillo,
estoy dispuesto a votarle
por lo siglo de lo siglo,
a no perderme ni un mitin
a hartarme de bocadillo,
y hasta a ponerme do quica
y quitarme er pinganillo,
a ver si así en una empresa
o en la Junta der partío
er Chave, que manda tela,
me da por fin un carguillo.
Y como uno é generoso
a la par que agradesío,
le voy a echá más piropo
que a la Virgen der Rosío,
y a una tasa de café,
qué cojone, yo le invito.


Laura Campmany