He pasado en Murcia la Semana Santa y las Fiestas de Primavera. No lo he hecho en calidad de turista, sino con la convicción, casi con la fatalidad, de quien año tras año se reencuentra por estas fechas con sus orígenes. Tengo por allí dos plazas que de tarde en tarde, cuando desemboco en ellas,
Los tulipanes
Ya han llegado a Bruselas los tulipanes. Mi madre, que de vez en cuando se sube a estos países bajos a inyectarle un poco de cordura a las furias atlánticas y a ejercer a mi vera su indesmayable oficio de ángel flamígero y custodio, me ha llenado la casa de flores. Tras un febril acopio
Mis inmigrantes
Voy a hablarles de Bei. Para mí, la Bei no es la “Banque européenne d’ investissement”, sino el diminutivo de la chica que viene todos los días a mi casa a organizarla y expandirla. A bajarle los humos. A sembrarla de panes y blanquearla de leche. A llenarla de ajetreos y presencias. A devolverle, también,
Escribir en ABC
En este artículo me quito la montera, y le dedico la faena al tendido. Como quiero lidiarla con aplomo, empezaré por confesarles que lo mío, mi vocación, nunca ha sido el periodismo. Decía Quevedo, y glosó mi padre en uno de sus poemarios de juventud, que «lo fugitivo permanece», pero yo nací no sé si
La lengua y la vida
En mi época de estudiante, aprendí que la lengua se rige por dos principios universales: el de la precisión y el de la economía. El hablante, que los encarna, tiende al parecer a no decir en dos palabras lo que puede decir en una, y a emplear en cambio cuantas sea menester para nombrar con
El Real Madrid
Lo que le pasa a este Real Madrid de mis flaquezas es que no es un equipo, sino un reparto. Tienen sus jugadores una falta de aliento contagiosa, como esos actores consagrados que siempre interpretan, con poca o ninguna convicción, el mismo personaje. Un deje en el regate, una tiesura escénica, una impuntualidad en el
Señor Presidente (Carta apócrifa de una víctima del terrorismo)
Distinguido Señor y Presidente: Cuando las armas hablan, no hay diálogo. Mientras sigan aullando y maldiciendo, jamás habrá lugar para el milagro. Si ellas alzan la voz, lo que se escucha es el eco de un odio sanguinario, el aliento ominoso de una sombra que se te clava viva en el costado, la sentencia brutal
Holanda
Holanda es el nombre de mi gata persa. O, para ser más exactos, de mi gata persa “blue point”. Lo del “blue point” – me explicaron cuando la compré hace ahora dieciséis años – significaba que era una mezcla de persa y siamés, lo que en la práctica se traducía en una pincelada violeta en
La cruz y la luna
Vengo de Granada, de remontar sus empinadas cuestas y de hacer fonda en el Albaicín, frente a una Alhambra traspasada de lunas. Vengo de degustar el crujiente alarido de la pastela, el sabor a confite de las berenjenas con miel y el jarabe de fuego de un té a la menta. Tamborileaba, a lo lejos,
El milenio
Viene duro el milenio. En sus mismísimos albores, vimos desplomarse los dos lirios gemelos del sueño americano, donde habitaba, majestuosa, la modernidad. Y no dimos crédito. Luego vimos una guerra en directo. Y costó presenciarla. Y le llegó el turno a Europa, cuando estallaron los trenes. Ya no hay día que no albergue un desastre