Ya anda Murcia, mi tierra, metida en ascuas y pascuas, y en esta conjunción de terracotas y azules pinceladas, se escuchan por la calle los tambores, verdes como limones principiantes, lustrosos como antiguos pergaminos, tersos como un pimiento colorado, negros como la tez del terciopelo, morados como el alba de los siglos, tristes como un
Café
Nuestro presidente del Gobierno, por no confesarnos que hace tiempo que no pisa los ruedos, se ha atrevido a calcular lo que cuesta un cafelito y se ha sacado de la manga esos ochenta céntimos con que ya no te compras ni la nube de leche. No es de extrañar, en un país como el
Un boicot para nada
Yo comprendo que Rajoy, acusado de franquista por un mira quién baila, así como de promover o desear una guerra civil por haber ejercido democráticamente el derecho a manifestarse en contra de una política antiterrorista que a muchos nos parece equivocada, pueda sentirse ofendido, y hasta tentado de defenderse recurriendo a esa actitud categórica, solemne
Los compromisos
A mí, caballeros, me gustaría conocer esos compromisos. Si es que existen, claro. Si es cierto que se han suscrito con esa boca en que uno hereda, decía el poeta, las tres palabras, los tres fuegos. Si es cierto que se han sellado con la misma tinta indeleble con la que un hombre de honor
El deseo
¿Se imaginan ustedes lo que ocurriría si los españoles, todos, empezáramos a manifestarnos contra cualquier circunstancia pretérita que nos siga pareciendo indignante? Podríamos salir a la calle para protestar contra el GAL del señor González, contra el golpe de Tejero, contra los cuarenta años de dictadura, contra la guerra civil, contra la quema de conventos,
La Ley de Igualdad
Ni que decir tiene que la flamante Ley de Igualdad ha venido a colmar todas mis aspiraciones feministas. Ventajas de la era zapatera. Ahora sí que en España los hombres y las mujeres o, mejor dicho, las mujeres y los hombres (las damas, primero) vamos a hacer carrera al margen del encaje que tengamos, la
Delibes
Es rara la entrevista a Delibes que publicaba el lunes este periódico. Rara, curiosamente, en las distintas acepciones del término, y a un tiempo extraordinaria, escasa en su especie, insigne, ligeramente extravagante y hasta etérea, de puro inconsistente. No me refiero a las preguntas, sino a las respuestas. Leyéndolas, uno diría que para este escritor
Todos a la calle
Si yo fuera un preso común, no tardaría ni dos horas en declararme en huelga de hambre. Trataría enseguida, por supuesto, de hacer pública mi situación. Y explicaría que no pienso abandonarla hasta conseguir un tercer grado o algo que alegremente se le parezca. Intentaría convencer a mis compañeros de celda para que, en el
Tip y Coll
Se ha muerto José Luis Coll, que era la otra mitad de la historia de un vaso. Primero se nos fue Tip, ese lúcido loco de derechas que a los señores con bigote los llamaba «buena mujer» y a mí, cuando tuve la suerte de conocerle, me felicitó por estar ya hecha un hombre. Y
Hambre de justicia
Me imagino que De Juana, tras 115 días sin probar otra cosa que el suero obligatorio, más algún tentempié de contrabando, ya sabrá lo que es pasar hambre. Habrá experimentado durante muchas horas – largas como un desfile de minutos eternos como un bucle de calvarios – esa sensación que uno tiene, cuando no se