Ni Aguirre ni Gallardón figurarán en las listas de los peperos, con vistas a la próxima elección. Puesto que uno y otra son dos políticos solventes – aunque en todo diferentes, salvo en su mucha ambición -, la morosa decisión con que Rajoy ha querido, imitando a Salomón, solucionar la cuestión e ir limando las aristas de su propia sucesión no tiene mucho sentido. Y es que la absurda exclusión, la vistas como la vistas, lo único que ha conseguido es dividir al partido para gran satisfacción de las filas socialistas. ¡Pues vaya una solución!
Yo no sé si don Mariano, a estas alturas del cuento, estará triste o contento, melancólico o ufano, pero sé que debería, a lo menos, ser consciente de que llega a Presidente no el candidato prudente que de todos desconfía, sino el que vota más gente. Y me imagino que sabe, sin precisión de consejos, que un capitán va más lejos cuanto más grande es la nave. Y sin duda se le alcanza que a su partido le cabe – y aun diré que holgadamente – por aguerrida, Esperanza, y Gallardón, por valiente. Y sin embargo, Rajoy, a pocos metros del puerto les ha negado el escaño, para júbilo y solaz de su mayor oponente y no poco en nuestro daño. ¡Lo que se dice un acierto que ya celebra Ferraz!
Y si al final ocurriera que don Mariano perdiera las próximas elecciones, ¿no habría sido más sensato, ya que no tienen a Rato, contar con un candidato – o con una candidata – popular y con tirón, aunque den algo la lata? Para siquiera tener algo de qué recelar, primero habrá que ganar, lo cual era, a lo que infiero, más sencillo de lograr con Aguirre y Gallardón. Como dijo Agamenón, y confirmó su porquero, algo que no es solución es metedura de pata.