Madrid olímpico

Madrid olímpico

Lástima. Madrid no será sede olímpica en 2016. Se nos ha roto la corazonada, quizás porque las corazonadas, cuando pecan de nuestras, tienden a darse un golpe con la nada. Nos pasa a los españoles, quizás por aquello de la leyenda negra, o porque aún nos pesan los desastres, o porque siempre hay alguien más vivo que nosotros, que se nos van en humo las hazañas. Del Cid en adelante, nuestros héroes son todos egregios perdedores. Esta vez, nuevamente, hubo derrota. Se ve que este molino era un gigante.  

No era sencillo dejar a Tokio y Chicago en la cuneta – que parezca un accidente -, y sobre todo, claro, estaba Río, que sí era nuestro auténtico adversario. Madrid fue finalista en Copenhague,  pero no pudo alzarse con la antorcha. Por más que nuestros Reyes ejercieran de magos, Zapatero, de raro ministro de deportes, Gallardón, de chamán y promotor de sueños, Aguirre, de Esperanza, y por mucho que uniéramos las manos. Hombre, faltaba ERC, pero eso es algo casi pintoresco y sospecho que el COI ni se ha enterado. 

Madrid será algún día lo que ya se merece. Tenemos una cita con ese honor lejano. Con la ciudad madura y reinventada, y escéptica, y altiva, que será para entonces. En ese lapso, habrá un resurgimiento. Una fiebre, un fragor, una movida. Se habrán quedado antiguas tantas viejas batallas… Lo bueno de un fracaso es que te hace más fuerte. Yo también, como un galgo a la carrera, espero renacer del desencanto. Me lo ha puesto en bandeja esta especie de viaje. Cómo no dar un salto hacia el futuro, cuando Madrid, olímpico, me espera.


Laura Campmany