Parece que, tras resultar elegida entre dos mil, la que podría convertirse en la nueva letra de nuestro himno nacional ha suscitado reacciones dispares, no siempre entusiastas. Algunos políticos catalanistas ya han declarado que la cosa no va con ellos, porque ellos ya tienen su himno, su autobombo, su bandera y todo lo que tiene que tener una nación. Otros próceres, coincidiendo en ello con numerosas personas de a pie, opinan que las cuatro estrofas suenan a lo de siempre – que si ya estamos con la patria, el ancho mar y el cielo azul –, y que no aportan nada.
En realidad, como la letra del himno sólo la quieren los deportistas para poder cantar algo cuando se suben al podio, yo creo que habría que haber elegido algo del tipo «Viva mi madre, qué bien hizo en criarme como un campeón, con lonchas de jamón…». En un país donde todo el mundo tiene un primo a la medida de sus necesidades, también podrían haberse añadido referencias al de Zumosol, que es un personaje que se corresponde con el lenguaje y los valores que manejamos actualmente los ciudadanos, como quiere Carmen Calvo, que por algo fue ministra de Cultura.
No entiendo por qué hay gente que dice que la letra ganadora le suena facha. A mí me suena más bien a compromiso muy del gusto de nuestra inveterada esquizofrenia: ya habrán ustedes observado que hay condiciones. Por lo demás, que un himno exprese el amor de un pueblo a su patria, y desee larga vida a esa patria, no debiera extrañar a nadie. Digo yo que para eso están los himnos. Lo que está por ver es si los españoles, los de la distinta voz y un solo corazón, desean cantar juntos algo que no sea «penalty». Y si España, esta España, se merece en verdad una canción.