Siempre me han gustado los diminutivos, acaso porque a los de Murcia el «ico» no se nos cae de la boca. Si nos vamos de juerga, decimos que vamos a salir un «ratico», para expresar nuestro afecto a alguien le llamamos «bonico» y yo creo que la única palabra acabada en «ico» que no utilizamos es «rico», porque allí a ser pudiente de nacimiento, o haber hecho fortuna con las conservas o el ladrillo, se le llama «tener perricas». Quizás por influencia árabe, allí la verdadera riqueza se mide en tahúllas, o en fajos de billetes, pero jamás en deudas.
Yo creo que Zapatero, aunque es de León, nos ha copiado a las gentes de la Vega esta costumbre de minimizar los vocablos para hacerlos más digeribles, porque oye, no hay manera de que a esta recesión económica por la que atraviesa nuestro reino la llame por su nombre. También a sus ministros, según pude el otro día comprobar en un programa de televisión, les ha dado instrucciones de eludir la palabra tabú, y es de risa ver cómo se las maravillan. O a lo mejor le pasa que se está afrancesando, y le ha cogido gusto a llamar «fromage» a lo que se está viendo que es queso.
O sea, que quiebran las grandes inmobiliarias, ya da tres vueltas a la manzana la cola del paro, se hunde la bolsa, nos devoran las hipotecas, pero no es que haya crisis. Si acaso, una desaceleracioncica, una mala rachica que pasará en seguida. Este presidencico nos va a dejar a España tal que jibarizada, hecha una nacioncica de pequeños caciques, alcaldicos corruptos, ilustres mafiosicos, empresicas en quiebra, gentes sin trabajico, propinicas fiscales y algún que otro oportuno trasvasico. Pero, claro, lo malo de las cosas pequeñas es que siempre te salen por un pico.