Como estamos en plena campaña, hasta las piedras hablan de política. Ayer salí a comer a un restaurante, y el besugo, exquisito, no me soltó un discurso de milagro. Te dicen que ANV no es ETA-Batasuna. O sí, pero no tanto. O que en el escrutinio de las listas pudiera este gobierno haberse propasado. O que no hubo reuniones, aunque las haya habido. Luego ves que le llueven pancartas a Bermejo, ese nuevo alguacil alguacilado. O a Sebastián, pidiendo que lo fiche el tomate. O a gente complacida con lo que está ocurriendo. En este callejón valleinclanesco, no hay quien le ponga el cascabel al gato.
Pero no desesperen. Hagan como los árboles. Hagan como la luz o las hormigas. Extráiganle a la tierra sus dulces minerales, cosechen las semillas que el viento ya ha sembrado, ensanchen sus raíces, abran sus galerías, pongan sus esperanzas en urnas que no tiemblen, afilen sus antenas, descuelguen su palabra, almacenen su trigo y renueven su copa. Porque dicen los viejos que el calor trae las nubes, y las nubes son siempre portadoras de lluvia. Y a veces de tormentas. E inevitablemente, de presagios.
Casi todo en la vida es cuestión de paciencia. Tenemos un gobierno que no nos merecemos. Que juega con nosotros y tendrá su castigo. Que juega con España, pero España no es suya. Que quiere hacer virtud de los estragos. Que tendrá su esperpento, que tendrá su vergüenza. Que tendrá su capítulo cerrado. Que encontrará su techo en la tercera vía. Que no morirá en mayo. Pero arderá en su fuego de artificio, caerá como «le stelle cadenti» del poeta. Caerá como un telón en el teatro. Paciencia, que las horas son de todos, y la vida es muy corta, pero el tiempo es muy largo.