Va a ser verdad que vivimos en la era de la imagen porque aquí, si no sales en la foto, no eres nadie. Yo de las hijas de Zapatero apenas tenía noticia, pero ahora que han posado para la Historia junto a sus padres y los Obama, ya sé que existen, que la mayor tiene mi misma gracia, que la pequeña se llama Alba – la palabra más hermosa de nuestra lengua, con permiso del Instituto Cervantes -, y que ambas admiran a ese hombre negro que ya era negro antes de convertirse en Presidente de los Estados Unidos.
Ha dicho Mariano Rajoy que hay que ser más prudente y no andar mezclando lo público con lo privado, en referencia al viaje de nuestro mandatario y compañía al país transatlántico. Personalmente, no veo qué hay de malo en darle a una agenda política un aroma de calor familiar, de ternura doméstica, de sencilla humanidad. Los políticos también son personas, y el amor, una forma de desarme. En cuanto a la foto, ni siquiera comprendo por qué la han retirado de la web, esa tela de araña en la que estamos todos atrapados.
Se trata, al parecer, de salvaguardar la intimidad de las niñas, quizás para evitar que el Defensor del Menor proceda como en el caso de Andreíta. Pero en Occidente sabemos que una simple foto no le roba el alma al modelo, a diferencia del «photoshop», que, como mínimo, le da un repaso. Seamos serios. Zapatero se ha ido a Nueva York con su familia gótica y se ha hecho una foto con Barack y Michelle Obama. Yo diría que es lo más inocente y pulcro que ha hecho en los últimos tiempos. «Vivir, dormir, morir: soñar acaso».