O Brillantes Ideas Socialistas, o BIS, para abreviar. En Bélgica, que es donde moro, la ministra de Educación, la socialista Marie Arena, ha sacado un decreto que aplica a la inscripción de los niños en la enseñanza secundaria el muy igualitario y exasperante principio del «premier arrivé, premier servi» o, dicho a la española, ponte a la cola. Con el resultado de que los bruselenses interesados en que sus hijos frecuenten un determinado centro han tenido que acampar – literalmente – a sus puertas durante la friolera de dos días y medio.
El objetivo del decreto era, por descontado, acabar con la discriminación que supone que los belguitas ricos estudien en los colegios buenos y los belguitas pobres estudien en los colegios malos, o sea, los estatales. Viniendo del propio Estado, la medida no deja de ser chocante. Pero, mira por dónde, al final ha resultado que sólo quienes disponían de unos medios, o de una estructura familiar, o de una cierta autonomía laboral, o de un reloj a prueba de Arena, han conseguido inscribir a sus hijos donde querían. Y encima, me cuentan, le han cogido el gustillo a la sopa de morbo que distribuyó la Cruz Roja.
En España no hemos llegado a tan altas cimas, pero, desde que comenzó la precampaña, no hay hora en que Zapatero no se saque de nuestro bolsillo algún nuevo derecho, chamba, sufragio, bono, partido, momio, breva o turrón para los que haya que ir poniéndose a la cola. Menos mal que nuestro Gobierno, pródigo en ideas asombrosas, aún no ha dado con una tan brillante. No se desmoralicen, que en materia de bises no hay fronteras. Cualquier día estos, coge, se remanga, la copia, la hispaniza y la supera.