Autor: Laura Campmany

El centro y la diana


Ya nos dijo un poeta, me parece, que «ser de centro es como no ser nada». Ésta es una idea bastante extendida entre las personas que viven para, por y de una ideología. En su visión de las cosas, el mundo se divide en dos mitades: ellos, con su razón de vence y suma, y

Romance de la suerte esquiva


A nuestro buen Zapatero se le ha acabado la chamba: desde la fina advertencia que le hicieron en Barajas los gentiles batasunos y los valientes etarras (unos poniendo la bomba, y otros poniendo la cara) para explicarle hasta dónde deben llegar las palabras, el pobre está que tropieza, el pobre está que resbala, y no

Los Carnavales


Me he venido a Tenerife a disfrutar los Carnavales por no sufrirlos en Bruselas ejerciendo a la vez, como si eso fuera posible, de madre y trabajadora. Por allí todavía se celebra esa cosa tan alpina de la semana blanca, consistente en que los colegios se toman un respiro so pretexto, te cuentan, de que

La Ínsula Tabacaria


Como dicen en mi tierra, y recordando a Paco Rabal en su papel bordado de ex torero, he dejado el «jodío fumeque». Para no tener luego que rebobinar la cinta y ahorrarme esa cara de fundido en negro que se le puso a nuestro presidente del Gobierno tras el atentado de Barajas -cuando la ETA,

El hambre


Como las buenas noticias escasean, hoy le tomo prestadas al periódico las dos que trajo ayer, y eso que sobre martes era trece. Las casi cuatrocientas personas que durante varias semanas han vivido hacinadas en un carguero de mala vida – que muy bien pudo ser de mala muerte – bajaban a puerto con su

Un marido de ida y vuelta


Igual que todo pasa, todo vuelve. Vuelve el «batasunismo» por sus fueros, y ya anda reclamando la anexión de Navarra, como si le estuviera prometida y España se la hubiera secuestrado. Vuelve Carod-Rovira, el hombre de la cara chafada, a amenazar con la soberanía de Cataluña, tal que si esa señora fuese unánime y suya.

El hombre-sigla


Ya tuvimos al señor Equis y ahora tenemos al señor Zeta. Zeta Pe, para ser más exactos. La zeta, como sabe hasta una ministra de Cultura, es la letra final, o sea el acabóse de los diccionarios, esa cosa tan rancia que antiguamente le servía a un hombre para no llamarle «marida» a su esposa.

Los himnos


El miércoles pasado se celebró en Bruselas una misa en memoria de Loyola de Palacio. Bajo las vidrieras de Nuestra Señora del Sablón, que es la iglesia más bella de la ciudad, y tan gótica, al menos, como la derecha española, los nuncios y sacerdotes que oficiaron el funeral alabaron a Dios en tres idiomas.

El desempleo


La tasa de empleo, según dicen las estadísticas, se nos ha subido a la parra. Se ve que esta cuerda, no sé si tensa o floja, por la que transitamos nos tiene el alma en coma y el corazón industrioso, que son las prendas del hombre mercenario. Como todavía quedan algunos palmos de costa por

Horas bajas


Dibujo mis palabras con un pincel muy fino que a veces se trasluce en la paleta y otras veces se suelta la melena boscosa, y se enreda, y araña. No sé en qué tierra nacen, ni por qué plano inclinado se precipitan, ni en qué pista dura y brillante como el hielo patinan hacia el