Mi padre, como buen periodista, sabía perfectamente que en cuanto daba con la primera y la última frase de un artículo, ya tenía levantada la columna. Todo en la vida es cúpula y cimiento. Con esos materiales, le bastaba sentarse ante un teclado y llevar con sus dedos al lector impaciente desde la inmediatez de
El círculo vicioso
Si ustedes hoy, como hice yo ayer, se pasearan por el centro administrativo de Bruselas, oirían por la calle más lenguas de las que seguramente son capaces de reconocer. En el kiosko de Jamblinne de Meux, un dependiente flamenco les cobraría en francés su ejemplar de ABC, y ya cerca de Schuman, en una coincidencia
Estamos buenas
Es lo que le decía la ministra Jiménez a la ministra Chacón hace poco en los pasillos del Senado, de tú a tú pero a micrófono abierto. Y sí que estamos buenas las mujeres, y no precisamente por nuestras curvas perfectas. Todavía sometidas, a lo largo y ancho del planeta, a algo muy parecido a
La mascarilla
Acabo de viajar a España en avión y, como por razones que no vienen al caso ando baja de defensas, he llevado puesta una mascarilla durante el trayecto: una de esas con filtro que previenen tanto el contagio activo como el pasivo, o sea, de las “más carillas”, y disculpen ustedes lo fácil del calambur.
Los chicos de ayer
Se ha ido Antonio Vega a ese lugar oscuro que algunos hombres temen y persiguen, quizás con la misma intensidad. En la capilla ardiente, ha dejado a la vista sus guitarras y ha bajado su propio telón de terciopelo, el que puso en su voz toda la hondura, toda la lluvia y el cristal mojado
Agur
Se va usted, don Juan José Ibarretxe, y uno se pregunta si de verdad y adónde, si a la paz o a la guerra, y con qué pie andará usted su camino, si el de siempre o cambiado, y en qué clase de tierra, si abertzale por suya o si vasca por vasca, y con
Los clásicos
Esta tarde se enfrentará el Real Madrid al Barça, o viceversa, y a eso le llaman “el clásico”, quizás porque es una rivalidad que viene de antiguo, que se disputa en la cumbre y mueve pasiones. Visto así, es como si Góngora se enfrentara a Quevedo en un torneo de sonetos, o Mozart a Beethoven
La calle de la pancarta
Cuatro millones de parados, y subiendo. Pero hay quien, como el alcalde de Sevilla y sus afectos, anda en problemas más acuciantes, en reparaciones más necesarias, en sopas más bobas. Y ha decidido, sin la menor razón, que es como hay que hacer estas cosas, quitarle a una calle de la ciudad su antiguo nombre
Lo que es
Que me perdonen la retórica, la dialéctica y la gramática (eso que en la Edad Media se denominaba “Trivium”), pero voy a escribir este artículo al modo en que se habla ahora en las tabernas, en los despachos, en los foros y hasta en los hemiciclos, o sea, como se habla en la calle. Ya
Los santos
En tiempos de crisis, la gente se dedica a invocar a los santos, o a maldecirlos. Una señora mostraba hace días en televisión el lugar que le tenía reservado a San Pancracio, que no era otro que el congelador, por su impotencia frente a la adversidad. Como no pueden refundar el sistema capitalista, ni inyectar